¿ERES EMOCIONALMENTE INTELIGENTE?

Seguro que has oído hablar en muchas ocasiones de Inteligencia Emocional, pero ¿qué significa exactamente el concepto y cuales son los principios según los cuales una persona puede conseguir ser emocionalmente inteligente? Ante todo, advertir que no es la panacea ni muchísimo menos la garantía de la felicidad absoluta pero sí que es cierto que ayuda a preservar el equilibrio emocional y contribuye al bienestar del individuo.

De una manera simple y sencilla, se define como la forma de interactuar con el mundo que tiene muy en cuenta los sentimientos, y engloba conceptos tales como el control de los impulsos, el autoconocimiento, la motivación, el entusiasmo, la perseverancia, la empatía y un buen manual de habilidades sociales, entre otras. De una manera más completa, se define como el conjunto de aptitudes que una persona puede llegar a desarrollar para poder conocer y controlar sus emociones con el fin de conducirlas adaptativamente, comprendiendo también las emociones de los demás a fin de lograr una conducta sustentada en el buen manejo de las emociones.

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Y a estas alturas te debes estar preguntando que todo esto suena muy bien pero ¿cómo consigo yo eso? Pues es mucho más fácil enumerar las estrategias que nos permiten ser emocionalmente inteligentes que practicarlas diariamente porque, sin duda alguna, requieren de una participación activa y constante por parte de nosotros. Una de ellas es el autoconocimiento. Esto implica revisar los propios principios, saber quién somos exactamente y cuáles son nuestros valores, de una manera profunda, sin referentes externos que nos definan, sino buscando en nuestro interior y esto requiere un diálogo con uno mismo que permita llegar a saber quién somos realmente. Otra de estas estrategias es la empatía, esa capacidad de posicionarnos en el lugar del otro, no desde nuestra perspectiva, sino de la suya y en este sentido se hace estrictamente necesario el posicionamiento desde el punto de vista de quien tenemos delante sin contagiarse de sus emociones pero sí conectando muy bien con ellas para poder actuar desde este precepto. Empatizamos cuando entendemos al otro y lo comprendemos desde su propio mundo, no desde el nuestro: “yo de ti lo que haría es…” no es empatía, es una sutil forma de adoctrinar o aleccionar.

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Podríamos seguir enumerando estrategias conductuales y actitudinales que favorecen el desarrollo de la inteligencia emocional pero, sin duda alguna, si queremos ser emocionalmente inteligentes debemos encaminar nuestra conducta hacia los siguientes principios básicos:

  1. Tener en cuenta que las emociones son información y como tal debemos procesarlas para poder actuar en consecuencia, ¡pero sólo son información, ni son peligrosas ni definen quien eres, sólo lo que sientes en un momento dado!
  2. Podemos tratar de ignorar las emociones, pero eso no funciona. Recuerda: las emociones no dimiten nunca.
  3. Podemos tratar de ocultar nuestras emociones, pero no es un método tan eficaz como parece. Si las reprimes y las mandas a callar, tu cuerpo se pondrá a gritar, contracturándote la espalda, removiéndote el estómago o con ese terrible dolor de cabeza.
  4. Las emociones siguen patrones lógicos. Casi todas vienen precedidas por algo que ha ocurrido y por tu habitual manera de procesar los hechos. Difícilmente te pondrás a reír a carcajada limpia en un entierro o te pondrás contento ante una mala noticia.
  5. Los universales emocionales existen, pero también hay detalles específicos, todos experimentamos alegría o tristeza pero la vivencia emocional es absolutamente particular.

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No es fácil, lo admito, pero no es imposible entrenarse para ser emocionalmente inteligente. Así que coge la mochilita, ponte las pilas y empieza a practicar. Si te equivocas algo aprenderás y si fracasas es que lo estás intentando. Vale la pena ser emocionalmente inteligente porque como dijo Aristóteles educar a la mente sin educar el corazón, no es educar en absoluto.

 

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